Salgo de casa al pasillo. No llueve. Salgo de casa a la calle.
Se larga a llover. Llevo a mi hijita en brazos. Nos reímos de la lluvia. Llueve
sobre un charco. Explotan estrellitas de agua en el charco, espejito sucio. Se
acerca una mujer fumando. La conozco del barrio. Tiene un andar raro, mecánico.
Digo para mis adentros: “Oh, no”. Otras veces en la calle nos vio, miró a mi
hija y se acercó para decirme: “Que Dios la bendiga”. No me gusta. No me gusta
nada. Sigo con mi hija en brazos. Nos reímos del charquito lindo. Se acerca más
la mujer de andar mecánico. Fuma. No nos ve. No ve que la vemos tirar el
cigarrillo al agua. A nuestro agua. Al charquito de estrellas. Después se va
como si nada. Queda el charco de
agua sucia, entristecido por un pucho miserable.