Leer nombres de negocios y marcas es un buen pasatiempo para
viajes largos. Hace poco desde el 127 vi un geriátrico que se llama “Yesterday”
(medio deprimente, ¿no?). Hoy vi una publicidad de ropa para hombres, la marca
es “Vete al diablo”. ¿Apuntarán a hombres recios? ¿O a mujeres a las que les
gusta que las maltraten? No sé. Lo que sí sé es que los comerciantes y el público
de esta parte del mundo tienden a meter a Dios en asuntos varios. Una santería
que se llama “Dios me libre” no sorprende a nadie, pero una casa de empanadas denominada
“Empanadas como Dios manda” me genera unas cuantas preguntas. ¿Será que el
mandato divino se extiende también a lo culinario? ¿Habrá empanadas ateas? Hablando
de comer, en un cuento mío puse la siguiente reflexión en boca de un personaje:
“Si
hay un lugar donde se pone de manifiesto la condición animal de los hombres, es
en un restorán. Comederos gigantes llenos de patos, gallinas y cerdos bien
vestidos para la ocasión: el acto primario de comer”. Pero como te digo una cosa, te digo
la otra. Quizás, más allá de las religiones, los dioses o el ateísmo, la
experiencia de comer algo rico es tan sublime que merece estar en la misma categoría
o en la misma frase que el mismísimo Dios.
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