Muchas veces pienso: este
modo de vida no cierra por ningún lado. ¿A alguien le cerrará? ¿Alguna vez, a
alguien le cerró del todo? ¿A las tribus nómades les cerraba? ¿A los cazadores
recolectores? ¿Y a los beduinos? ¿A los esquimales les cierra?
En estos pensamientos estoy cuando mis
hijas me avisan que alguien nos mira desde el edificio de al lado. Lo veo. No
lo conozco. Como nos mira, lo saludo con la mano. ¿Se oirán mis gritos en su
departamento? El tipo sigue mirando. No devuelve el saludo. Si me lo llegara a cruzar en la cuadra, no le diría “hola”. Solamente
le preguntaría: “¿Cómo se ve mi comedor desde tu balcón?”
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