viernes, 16 de noviembre de 2012

La ley


El 85% de los usuarios del transporte público acata, a rajatabla, una ley tácita:

Todos los pasajeros que viajan sentados deben: dormir, distraerse, meditar, reflexionar, mirar por la ventanilla, mirar al suelo, mirar al techo. Suba quien suba.

El 15% restante vive fuera de la ley. Como diría el comisario de Súper Hijitus, son desacatados.

Una tarde, al 181, sube una chica portando una panza incipiente. Todos los pasajeros de ese colectivo pertenecen al 85% de los “acatantes”, los cumplidores. Por lo tanto, TODOS aprovechan la ocasión para meditar con los ojos cerrados, repetir mantras de la boca para adentro o echarse una siesta.

Pero de pie en ese mismo colectivo, viaja el oficial Sánchez. A él no se le escapa una.  Cuando ve a la chica, hace algo así como un rastrillaje ocular: primero, delantera y trasero; después, piernas, ojos, labios. Panza.
Entonces, con voz grave, quiebra la ley:

—Un asiento para la chica.

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